jueves, 22 de abril de 2010

TODO ESTÁ EN LOS LIBROS





Un libro es uno de los más grandes bienes que puede tener el hombre. Desde las planchas de barro de los sumerios, pasando por los rollos de papiro y pergamino o las placas metálicas de la Antigüedad clásica, el códice de papel medieval, el libro impreso moderno hasta el actual electrónico, sea cual sea su soporte, los libros han sido y son las joyas del tesoro cultural del hombre. Ellos han recogido el conocimiento y lo han dado; reflejan la vida y hacen vivir otras; se escriben con sentimiento y consiguen deleitar el alma. El libro hace al hombre libre.
En las primeras entradas de esta bitácora aparecen las dos grandes figuras de la poesía española del s. XX: Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. En la importante celebración del libro, queremos hacerle también a ellos un pequeño homenaje disfrutando de su maravillosa obra.


AURORAS DE MOGUER

¡Los álamos de plata, salieron de la bruma!

¡El viento solitario por la marisma oscura,

moviendo (terremoto irreal) la difusa Huelva lejana y rosa!

¡Sobre el mar, por la Rábida, el la gris perla húmeda

del cielo, aún con la noche frias tras su alba cruda

(¡horizontes de pinos!) frías tras su alba blanca, la del umbral luna!

Juan Ramón Jiménez

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
* la tarde cayendo está -:
"En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón."
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.

Además, esta semana se ha celebrado el centenario de la muerte del escritor estadounidense Mark Twain. Para conocerlo mejor clickea.
Por último, terminamos nuestra postal dedicada a los libros con este ilustrativo vídeo.


domingo, 11 de abril de 2010

SURCANDO EL COSMOS




Desde la Antigüedad, todas las culturas se han maravillado ante la grandiosidad del Universo queriéndolo conocer y descifrar. En Mesopotamia, utilizaban la Astrología como forma de acceder a la comprensión de los fenómenos cosmogónicos. Mezclaban la superstición con las creencias, más el razonamiento y la observación. Estos dos últimos elementos, poco a poco, se irían aislando de los demás configurando una nueva ciencia: la Astronomía. Grecia y Egipto serán las civilizaciones pioneras en el estudio científico de los cuerpos celestes; sentando así las bases del posterior desarrollo de la Astronomía a partir del Renacimiento. Un paso definitivo, entre otros, para esta ciencia fue el descubrimiento del telescopio por Galileo Galilei, abriendo así una ventana gigantesca a la observación del Espacio.
Las imágenes muestran la diferencia entre la visión astrológica del Cosmos y la observación telescópica del Hubble.
Para profundizar en el tema